Contemplé
la posibilidad de que expusieran nuestros trabajos desarrollados
durante el taller, pero si alguien me hubiera dicho que estaría
hablando ante un público sobre lo que realizamos durante los pasados
cuatro meses, lo hubiera pensado más antes de inscribirme.
Antes
no me preocupaba por saber cuál pregunta respondía primero el
conductor de un noticiero televisivo, pero ahora, sin quererlo, me
doy cuenta de ciertas fallas en la redacción o en la presentación
de una noticia. Sé que si comienza por responder el “cuándo”,
lo más probable es que a ese conductor no le importa lo que lee o
simplemente no redacta noticias para su público sino para su editor,
lo cual me ha hecho más crítico al mirar noticias por televisión.
Qué,
quién, cómo, cuándo, dónde, nos repetía el profe en cada clase
para recordarnos las bases de una noticia; sin embargo, a pesar de
escuchar ciertos principios básicos de periodismo, cada clase
parecía una charla de café, en la cual participaban varias personas
interesadas en hablar de algo más que cómo jugó la selección de
futbol el día de hoy, o si la protagonista de la telenovela de las 8
ya se reencontró con el amor de su infancia.
En
esas pláticas, en las que durante dos horas yo olvidaba los
conflictos en mi trabajo, y comentaba o discutía con mis compañeros
de taller las noticias ocurridas en el día y al mismo tiempo
aprendía la relación entre columna y artículo, en esas
conversaciones tan amenas en las que conocía las posturas de mis
compañeros y compartía algunas de sus opiniones, sin darme cuenta,
desarrollé mi capacidad crítica periodística. Esta capacidad no
es otra cosa que el desarrollar una opinión partiendo de los hechos
redactados en una noticia: no se puede dar una opinión sin analizar
los hechos, a cada dato corresponde una fuente, es lo que se nos
insistía en clase.
Cada
lectura o nota que llegaba como enlace a mi correo electrónico, al
principio parecía una tediosa tarea escolar que leer o un correo
basura al cual eliminar; sin embargo, al dar click en el vínculo y
llegar con la lectura hasta la mitad de la noticia o la entrevista,
hacía que no pudiera dejar de leer hasta enterarme de todo el
contenido. Reconozco que me gusta la lectura, pero no de cualquier
texto, así que me sorprendí a mí mismo al estar leyendo cada vez
más textos periodísticos. Y ahora tengo más que un gran respeto
por la profesión periodística, siento admiración y empatía
por esta labor, ya que como Diseñador Gráfico comparto la misma
meta: la de generar una emoción, para formar una opinión y provocar
una acción del espectador o lector.
Me
resulta curioso que ahora cada vez que sostengo una plática con
alguien venga a mí el pensamiento de que estoy haciendo una
entrevista, pues a fin de cuentas eso es lo que aprendimos en el
taller, que una entrevista es como una charla entre amigos, en la que
uno que no sabe o no conoce lo que acontece en la vida del otro desea
descubrir quién es o qué hace ese amigo cercano o ese desconocido con
el cual nos ponemos a platicar en la parada del camión.
“Para
producir una página debimos haber leído cien”, decía Ryszard
Kapuscinski, en una de las lecturas que me llegaban por e mail; eso
fue muy importante para mí, ya que el que una figura del periodismo
antes desconocida para mí recomendaba que antes de escribir algo
debía leer una centena de páginas, eso y el tener en cuenta que
cada cosa que escribo tiene por meta ser leída por alguien...
Antes
escribía para mí a manera de diario para recordar sucesos, listas
de compras o tareas por realizar. Ahora ya no sólo quiero escribir
mensajes en el celular o cosas curiosas en la red, ahora siento la
necesidad de crear textos con una intención, hacer que, tal vez por
sólo cinco minutos y no un par de horas como a mí me sucedió, la
gente pueda pensar que algún tema cotidiano puede tener otra
perspectiva y diga: No se me había ocurrido.
En resumen, esto es
parte de lo mucho que descubrí durante los pasados meses en el
taller de periodismo cultural.
Texto de Carlos Armando Sánchez Vázquez, del Taller de Periodismo Cultural del Centro de Investigación y Estudios Literarios de Aguascalientes, leído en la tertulia por el fin del ciclo de talleres el martes 25 de julio de 2013.
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