viernes, 28 de junio de 2013

Apuntes del taller de periodismo cultural

Contemplé la posibilidad de que expusieran nuestros trabajos desarrollados durante el taller, pero si alguien me hubiera dicho que estaría hablando ante un público sobre lo que realizamos durante los pasados cuatro meses, lo hubiera pensado más antes de inscribirme.

Antes no me preocupaba por saber cuál pregunta respondía primero el conductor de un noticiero televisivo, pero ahora, sin quererlo, me doy cuenta de ciertas fallas en la redacción o en la presentación de una noticia. Sé que si comienza por responder el “cuándo”, lo más probable es que a ese conductor no le importa lo que lee o simplemente no redacta noticias para su público sino para su editor, lo cual me ha hecho más crítico al mirar noticias por televisión.

Qué, quién, cómo, cuándo, dónde, nos repetía el profe en cada clase para recordarnos las bases de una noticia; sin embargo, a pesar de escuchar ciertos principios básicos de periodismo, cada clase parecía una charla de café, en la cual participaban varias personas interesadas en hablar de algo más que cómo jugó la selección de futbol el día de hoy, o si la protagonista de la telenovela de las 8 ya se reencontró con el amor de su infancia.

En esas pláticas, en las que durante dos horas yo olvidaba los conflictos en mi trabajo, y comentaba o discutía con mis compañeros de taller las noticias ocurridas en el día y al mismo tiempo aprendía la relación entre columna y artículo, en esas conversaciones tan amenas en las que conocía las posturas de mis compañeros y compartía algunas de sus opiniones, sin darme cuenta, desarrollé mi capacidad crítica periodística. Esta capacidad no es otra cosa que el desarrollar una opinión partiendo de los hechos redactados en una noticia: no se puede dar una opinión sin analizar los hechos, a cada dato corresponde una fuente, es lo que se nos insistía en clase.

Cada lectura o nota que llegaba como enlace a mi correo electrónico, al principio parecía una tediosa tarea escolar que leer o un correo basura al cual eliminar; sin embargo, al dar click en el vínculo y llegar con la lectura hasta la mitad de la noticia o la entrevista, hacía que no pudiera dejar de leer hasta enterarme de todo el contenido. Reconozco que me gusta la lectura, pero no de cualquier texto, así que me sorprendí a mí mismo al estar leyendo cada vez más textos periodísticos. Y ahora tengo más que un gran respeto por la profesión periodística, siento admiración y empatía por esta labor, ya que como Diseñador Gráfico comparto la misma meta: la de generar una emoción, para formar una opinión y provocar una acción del espectador o lector.

Me resulta curioso que ahora cada vez que sostengo una plática con alguien venga a mí el pensamiento de que estoy haciendo una entrevista, pues a fin de cuentas eso es lo que aprendimos en el taller, que una entrevista es como una charla entre amigos, en la que uno que no sabe o no conoce lo que acontece en la vida del otro desea descubrir quién es o qué hace ese amigo cercano o ese desconocido con el cual nos ponemos a platicar en la parada del camión.

“Para producir una página debimos haber leído cien”, decía Ryszard Kapuscinski, en una de las lecturas que me llegaban por e mail; eso fue muy importante para mí, ya que el que una figura del periodismo antes desconocida para mí recomendaba que antes de escribir algo debía leer una centena de páginas, eso y el tener en cuenta que cada cosa que escribo tiene por meta ser leída por alguien...

Antes escribía para mí a manera de diario para recordar sucesos, listas de compras o tareas por realizar. Ahora ya no sólo quiero escribir mensajes en el celular o cosas curiosas en la red, ahora siento la necesidad de crear textos con una intención, hacer que, tal vez por sólo cinco minutos y no un par de horas como a mí me sucedió, la gente pueda pensar que algún tema cotidiano puede tener otra perspectiva y diga: No se me había ocurrido.

En resumen, esto es parte de lo mucho que descubrí durante los pasados meses en el taller de periodismo cultural.

Texto de Carlos Armando Sánchez Vázquez, del Taller de Periodismo Cultural del Centro de Investigación y Estudios Literarios de Aguascalientes, leído en la tertulia por el fin del ciclo de talleres el martes 25 de julio de 2013.

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