viernes, 17 de junio de 2011

Pink Floyd es una sinfonía

El programa del concierto "Pink Floyd sinfónico" de esta noche en el Teatro Aguascalientes con la Orquesta Sinfónica de Aguascalientes comprende once piezas: "Shine on you crazy diamond", "Money", "Us and them", "Hey you", "Another brick en the wall", "Confortably numb", "One of these days", "Wish you were here", "Time", "The great gig in the sky" y "In the flesh".

El director invitado es el maestro José Guadalupe Flores, y acompaña The Surrogate Band, mundialmente conocida en su planeta.

Se dice que todas las localidades están agotadas...

Agregado en la madrugada del sábado:

Ningunos músicos más felices esta noche que los timbaleros de la OSA. Esos ignorados de siempre hasta atrás del foro, personajes de caricatura que sólo participan un par de segundos para cerrar una pieza con un tummm o un plingggg o un plassss. Esta noche disfrutaron como nadie un concierto apenas escuchable pero con un teatro totalmente lleno.

Ellos -el primer timbalero no dejó de sonreir durante los 85 minutos del concierto-, por supuesto vestidos de gala, apenas atendían a la batuta del bueno de don José Guadalupe Flores (durante trece años director de la Filarmónica de Querétaro, ahora invitado al quinto concierto de la segunda temporada 2011 de la OSA). Bailoteaban, aporreaban sus instrumentos con el orgullo de compartir una música que se nota que les gusta, volteaban cada tantos segundos a contemplar la pantalla-casi-monumental que ilustraba cada canción al estilo del primer MTV. Ellos hicieron su propia fiesta.

Al frente -quién sabe por qué, si la gran protagonista debería haber sido la Orquesta Sinfónica de Aguascalientes- la tal Surrogate Band, cuatro músicos de acompañamiento metidísimos en el gran cover de Pink Floyd como si grabaran su demo definitivo. Julián Manzo, excelente baterista, imponiendo el ritmo incluso al displicente director que nunca supo qué tenía que hacer arriba de ese banquito más que presumir su chaqueta tan blanca como su cabello. Salvador Velarde, muy buen guitarrista mientras haya que seguir la partitura nota por nota, porque cuando se le olvida que no es Roger Waters y le da por improvisar pronto naufraga muy lejos de las orillas del genio, y un par de veces incluso olvidó soltar a tiempo el pedal y ensució el final de la orquesta. Baldomero López, el ausente bajista, totalmente prescindible. Ah, también había ahí arriba alguien parado enfrente del teclado, lo presentaron como Juan Manuel Soto.

Y esos dos cantantes... uno ridículo en su caracterización de Tommy el de la ópera rock, otra tratando de esconderse dentro de su vestido entalladísimo mientras probaba a cantar, toda nervios, con una vocecita que no es para los prodigios que conocemos en las grabaciones de la banda británica maestra del rock progresivo.

Todo sea por volver a sumergirse en una música compuesta para escuchar y volver a escuchar, grabada en la memoria de una generación que araña el medio siglo, una música que revela su riqueza aun con arreglos tan tímidos como los de Arturo Rodríguez, ganador del Premio Mozart, lo que eso sea, y que ha "colaborado en la producción musical de algunas cintas de Hollywood". Sólo que sea por eso.

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